sábado, 25 de septiembre de 2010

Después del naufragio.


Concentración ante el Congreso Nacional en pro de la familia,
el 13 de julio, en vísperas del tratamiento de la ley por el Senado.

El veredicto tuvo lugar el 15 de julio pasado a las cuatro de la mañana: Argentina se ha convertido así en el primer país en América del Sur en aprobar el “matrimonio gay” y a conferir a los homosexuales todos los derechos civiles posibles, incluso el de adoptar niños.
En las semanas previas a la votación, sin embargo, todo indicaba que la mayoría de los senadores se opondría a la aprobación de este inicuo proyecto de ley. Las cosas sucedieron de otra manera, a pesar de las manifestaciones y de la desaprobación de la población en su conjunto. Ahora se trata de analizar las razones de esta derrota, a fin de evitar otras en el futuro próximo.
Ciertos adversarios de la Iglesia la acusaron de mezclar cuestiones de tipo religioso en un debate que debía entablarse solamente en el terreno político. Los pocos obispos que tuvieron el coraje de condenar el proyecto de ley en nombre del catolicismo fueron agriamente criticados, y tanto la prensa como algunas personalidades políticas manifestaron que las reacciones fuera de lugar y exageradas de estos obispos determinaron a ciertos senadores indecisos a votar a favor del proyecto.


Las pancartas de los manifestantes.

Lo más sorprendente es que esta tesis ha sido retomada por el portavoz de la Conferencia Episcopal Argentina, el Padre Jorge Oesterheld. El 19 de agosto pasado, a propósito de la polémica provocada por algunos obispos que habían calificado al “matrimonio gay” como una patraña satánica, el Padre Oesterheld declaró que “estas declaraciones contribuyeron a la reacción de buena parte de la población. La actitud asumida por la Iglesia ha provocado un malentendido en el seno de la población y condujo a las autoridades políticas a decidirse a favor del matrimonio entre personas del mismo sexo”.(1)
No se ve, absolutamente, cuál es la relación causa-efecto que existe entre la valiente actitud de los obispos y la supuesta reacción de la población y de los senadores que cambiaron de opinión.
Al contrario, habría que haber visto la decepción y la humillación en los rostros de los católicos que participaron de la manifestación realizada en Buenos Aires el 13 de julio contra el proyecto, después de haber oído el mensaje que el Cardenal Jorge Bergoglio envió para que se leyese en ella. Ni siquiera se mencionó el nombre de Dios. No fueron más que palabras tibias, insípidas y vergonzosas. Situado en un plano puramente natural para evitar ofender a los no católicos, no se hizo ni mención ni defensa de los derechos de Dios en la sociedad. ¿Acaso no es más bien esta actitud tímida de los obispos lo que decidió a unos cuantos senadores a votar a favor de la ley? Creo que después de oídas sus palabras, los partidarios del proyecto comprendieron, con alivio, que la Iglesia no estaba dispuesta a confrontar y a oponerse. Podían tranquilamente esperar la victoria…
Junto a estas declaraciones del 19 de agosto hechas por el Padre Oesterheld, los obispos invitaron además a la moderación y al “diálogo con la sociedad del país”. A propósito del diálogo, es interesante recordar lo que consigna un documento emitido poco después del Concilio por el Secretariado para el Diálogo Interreligioso: “El diálogo no implica la refutación del error ni la conversión del interlocutor”,(2) tema sobre el cual “L’Osservatore Romano” ya había apuntado que “quien renuncia al diálogo es un fanático, un intolerante, que siempre termina por ser infiel a sí mismo y luego a la sociedad de la que forma parte. El que dialoga, en cambio, renuncia a estar aislado y a ser condenado.(3)
¡Qué victoria para los enemigos de la Iglesia! Los defensores de estos proyectos criminales ahora pueden frotarse las manos: tienen la seguridad de que la Iglesia no respaldará a los obispos que tienen un discurso demasiado neto en los futuros debates. ¡No quedan dudas de lo que resultará de tales debates!
De hecho, en su oposición al proyecto de ley a favor de los homosexuales, los obispos y el clero argentino han reaccionado demasiado tarde y de modo demasiado natural. Que yo sepa, ningún obispo puso en marcha una cruzada de rosarios, o de Misas, ni llamó a los fieles a la penitencia y al sacrificio.
¿Por qué no emplearon un lenguaje claramente católico para defender los derechos de Dios, Supremo Legislador de la sociedad? ¿Por qué permitieron —como circularon comentarios— que en muchas parroquias, unos días antes de la votación, algunos sacerdotes predicaran diciendo que el hombre auxiliado por el Samaritano, del que hablan los Evangelios, podía ser el homosexual discriminado por la sociedad, cuya rehabilitación buscaba este proyecto de ley? Salvando raras excepciones, los obispos faltaron gravemente a su deber y tendrán que rendir cuentas a Dios de ello.
Me parece importante recordar que un obispo católico no es un padre de familia, un pastor o un asistente social. El sentido de su nombre ya lo indica: episcopus significa que es principalmente un “superintendente”. Desde el puesto de observación en el que se encuentra, debe observar, juzgar, y en caso de necesidad, dar la voz de alerta. Centinela de la verdad, defensor de los derechos de Dios, guardián de las almas, eso es lo que es, y esos títulos sagrados entrañan obligaciones inflexibles y responsabilidades indeclinables.
Consciente de ello, San Gregorio de Nacianzo escribía a propósito de los obispos: “A pesar de ser conocidos por su mansedumbre y amenidad en el trato, no soportan mantenerse moderados y flexibles cuando, por su silencio o falta de reacción, traicionarían la causa de Dios. Ahí se tornan ardientes en la lucha, impetuosos en el combate, y lo sacrificarían todo para no omitir nada de su deber”.(4)
Con todo, ¡nuestros obispos han tenido miedo de ofender! Abandonaron sus puestos de “supervisores” y se convirtieron en lo que Isaías describió como “perros mudos”,(5) sin voz y sin eco en la sociedad. Prefirieron el consenso a la verdad, la paz a luchar por la restauración de la realeza de Cristo en la sociedad.
Para no contristar a César, o más bien a “Agripina”…, han evitado toda declaración de condenación del texto aprobado y renunciado a toda ceremonia de reparación de este escándalo legalizado. ¿Es realmente necesario recordarlo? Este combate es el de las dos banderas: la de Satanás contra la de Cristo. El primero ve acercarse el fin del mundo y acortarse el tiempo para causar el mal; entonces se desata por medio de éstos, sus servidores, que quieren erradicar todo rastro de cristianismo en la sociedad. Para hacerlos fracasar era necesario recurrir a los medios maravillosamente eficaces que la Iglesia pone a nuestra disposición, y que son la Misa y los sacramentos que edificaron la civilización cristiana que está desapareciendo. Es deber de los obispos defenderla y salvarla.
Ahora bien, para ser realmente eficaces, Señores Obispos, tendrán que abandonar la misa y los sacramentos reformados por el Concilio, impregnados como están de un protestantismo que destruye su efectividad, y volver al uso irrestricto de los ritos tradicionales católicos, que tan bien han demostrado su eficacia y a los que algunos de Ustedes tanto se oponen.
Es igualmente imperioso volver a una predicación clara y segura, francamente católica, que ilumine la mente y fortalezca la voluntad. Viendo el estado actual de la sociedad, ¿cómo no vamos a lamentarnos con el profeta Isaías?: “Los opresores de mi pueblo son muchachos, y mujeres se enseñorearon de él. Pueblo mío, los que te guían te engañan, y tuercen el curso de tus caminos”,(6) y un poco más adelante añade: “¡Ay de los que a lo malo llaman bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo! ¡Ay de los sabios en sus propios ojos, y de los que son prudentes delante de sí mismos! (…) porque desecharon la ley de Jehová de los ejércitos, y abominaron la palabra del Santo de Israel”.(7)
Duras batallas se anuncian desde el horizonte; y se perderán, por cierto, si los obispos persisten en la actitud del pasado. Ya comenzaron a agitarse las aguas para plantear la legalización del aborto, a despecho del pensamiento ampliamente hostil de la población. La lucha será muy dura. ¿Qué pasará? Veremos… Lo que es seguro, es que las grandes victorias de la Iglesia se deben a la acción de papas y obispos que no dudaron en movilizar a los cristianos con medios proporcionados a la gravedad de la situación: cruzadas de rosarios, celebración de Misas, adoración eucarística, oración y penitencia. Estos medios, insignificantes para nuestros adversarios, son tan eficaces como una vez lo fue el canto rodado que David incrustó en la frente de Goliat.
Satanás lo sabe, y por eso lucha para que sean olvidados y reemplazados por artificios puramente humanos y políticos. El tiempo es corto y el rebaño de los católicos se debilita y dispersa día a día.
En estos momentos trágicos debemos recordar las palabras que ese gran visionario que fue García Moreno (1821-1875), Presidente de Ecuador asesinado por la fe, dirigió al Parlamento de Ecuador: “La civilización, fruto del catolicismo, se degrada y corrompe a medida que se aleja de los principios católicos: de allí la debilitación progresiva y general de los caracteres, la verdadera enfermedad endémica de nuestro siglo (…) Hay que levantar un muro de defensa entre el pueblo prosternado al pie de los altares del verdadero Dios y los enemigos de nuestra santa religión”.


6 de Agosto de 1876:
infame asesinato de Gabrie García Moreno, presidente de Ecuador.

¡Son los obispos quienes tienen que construir este muro de defensa! Para lograrlo, tienen que renunciar al pacifismo mortal que buscan imponer desde hace décadas en la Iglesia, persuadidos de que ella y el mundo pueden reconciliarse. Ese era el objetivo del Concilio Vaticano II… Esto ha llevado a la Iglesia al naufragio que vemos. Durante cuarenta años la Iglesia ha perdido todas las batallas contra sus opositores y asistido impasible a la pérdida de toda influencia en la sociedad.
Ya para terminar, les presento estas palabras del Papa Pío XII: “Cuando temerariamente se niega a Dios, todo principio de moralidad queda vacilando (…) El fundamento de toda la moralidad comenzó a ser rechazado en Europa, porque muchos hombres se separaron de la doctrina de Cristo, de la que es depositaria y maestra la Cátedra de San Pedro. Esta doctrina dio durante siglos tal cohesión y tal formación cristiana a los pueblos de Europa, que éstos, educados, ennoblecidos y civilizados por la cruz, llegaron a tal grado de progreso político y civil, que fueron para los restantes pueblos y continentes maestros de todas las disciplinas. Pero desde que muchos hermanos, separados ya de Nos, abandonaron el magisterio infalible de la Iglesia, llegaron, por desgracia, hasta a negar la misma divinidad del Salvador, dogma capital y centro del cristianismo, acelerando así el proceso de disolución religiosa”.(8)
¡Cuánto nos gustaría encontrar estas palabras en nuestros obispos! He allí la condición para la Iglesia encuentre de nuevo el camino hacia la victoria sobre sus enemigos. El 10 de octubre vamos a peregrinar hacia la Basílica de Nuestra Señora de Luján para suplicarle que salve las familias de los peligros que la amenazan. Nadie puede permanecer indiferente ante estos peligros. Nos concierne a todos. Tengo cifradas esperanzas en una concurrencia numerosa para ese fin. ¡Lo que está en juego no es sólo el futuro de un país, sino el de todo un continente! ¡Que Dios los bendiga!

Padre Christian Bouchacourt
Superior de Distrito América del Sur


Notas:
1. Buenos Aires, 22 de agosto de 2010, declaraciones recogidas por agencia informativa Apic al término de una reunión de la CEA.
2. Secretariado para el Diálogo Interreligioso, “Instrucción para el diálogo”, 28 de junio de 1968.
3. “L’Osservatore Romano”, 15 y 16 de diciembre de 1965.
4. San Gregorio de Nacianzo, orat XXI. De S. Alfan, nº 25.
5. Isaías, 56, 10.
6. Isaías, 3, 12.
7. Isaías, 5, 20-24.
8. Pío XII, encíclica “Summi Pontificatus”, 20 de octubre de 1939.

Tomado de Revista Iesus Christus Nº 129.

jueves, 23 de septiembre de 2010

S.S. Pío XII y una cita muy actual.


“...Los actuales tiempos nos piden una fe más vigorosa, una moral más pura, una caridad más ardiente y una prontitud mayor para el sacrificio, semejante a los primeros tiempos de la Iglesia...y nuestro deber, el deber del episcopado, el del clero y el de los fieles, es de prepararse al futuro encuentro de Cristo con el mundo”.

S. S. Pío XII, 2 de Junio de 1942. Cit. por R. P. Leonardo Castellani, “Cristo ¿vuelve o no vuelve?”, 1951.

sábado, 18 de septiembre de 2010

Peregrinación de la Tradición: Luján 2010.


La Legio Macabea Christi peregrinará hacia Luján el Domingo 10 de Octubre. Invitamos a nuestros amigos y hermanos en Cristo para que se unan al pedido que le haremos a Nuestra Reina y Señora, a Nuestra Virgen de Luján de "¡Salva y proteje a nuestras familias".


lunes, 13 de septiembre de 2010

Conferencia: “La Biblia, ¿un libro humano o divino?”

La Legio Macabea Christi lo invita al Ciclo de Conferencias 2010 dedicado a la APOLOGÉTICA.
En éste caso se disertará sobre:


“LA BIBLIA ¿UN LIBRO HUMANO O DIVINO?”
R.P. José María Mestre Roc

Viernes 17 de Septiembre, 20 hs.
Priorato: Venezuela 1318-20, (1095)
Capilla “Nuestra Señora Mediadora de Todas las Gracias”,
Montserrat, Buenos Aires, Capital.

domingo, 12 de septiembre de 2010

Apostolado del Rosario en el Hospital de Niños. Septiembre.

El sábado 11 de septiembre, los legionarios hicimos una de nuestras actividades de apostolado que acostumbramos hacer en el Hospital de Niños Gutiérrez, en el barrio de Palermo.
Al ingreso del primer pabellón, nos encontramos con un grupo de madres deseosas por recibir un rosario, lo cual ha sido, para nosotros, una tremenda alegría. Con sus niños en “neonatología”, con diferentes inconvenientes y males de salud se acercaron a pedirnos rosarios para rezar por sus pequeños. ¡Cuán importante es la oración en estos momentos de pruebas difíciles!


Un grupo de legionarios y amigos de la legión que, luego de repartir rosarios, dieron sus palabras de aliento y la promesa de sus oraciones. Agradecemos mucho a quiénes nos acompañaron y nos recibieron.

Luego, de compartir algunas oraciones con estas cálidas personas, seguimos por las diferentes áreas del hospital visitando a los enfermos, repartiendo rosarios y dando palabras de aliento. Así, la Gracia va derramándose; así, la eficacísima oración que es la práctica del santo rosario, va llegando a aquellas almas deseosas de encontrar, en la mediadora Universal entre Su Hijo y los hombres que es la Madre de Dios, la siempre Virgen María, la ayuda espiritual y la fortaleza frente a las tribulaciones de la vida presente.
Luego, de nuestra visita, asistimos al rezo del rosario en nuestra capilla y rezamos por todos aquellos niños hospitalizados y por sus familias, para que estos momentos sean para bien de sus almas y pronta recuperación.



La puerta de la capilla del hospital, dónde, antes de entrar en acción y al finalizar el apostolado, hacemos nuestras oraciones.



Un pequeño grupo de legionarios que se quedó hasta la tarde, luego del apostolado, a la salida.
¡Gracias por acompañarnos!

A continuación, publicamos algunas imágenes que pudimos tomar en algunos momentos y algunas citas sobre la importancia del santo rosario, según el Papa de feliz memoria León XIII.
El Papa León XIII.
“El hecho que busquemos, mediante nuestras oraciones, el auxilio de María se basa, ciertamente, en el oficio, que Ella constantemente desempeña cerca de Dios, de obtenernos la gracia divina, por ser María en sumo grado acepta a Dios a raíz de su dignidad y méritos y por aventajar por mucho el poder de todos los santos. Este oficio, empero, no está, quizás, tan manifiestamente expresado en ningún modo de oración como en el Rosario en que la participación que tuvo la Santísima Virgen en la obtención de la salvación, está explicado casi con efectos tangibles, lo cual redunda en eximia ventaja para la piedad, ya contemplando los sucesivos misterios, ya repitiendo con labios piadosos las preces.”
(Carta Encíclica “Iucunda Semper” del Papa León XIII Sobre la devoción al Santísimo Rosario, 8 Septiembre de 1894)

“Excelente ocasión se Nos ofrece de exhortar paternalmente a las almas y corazones para que aumenten su piedad y se vigoricen con la esperanza de los inmortales premios.
La oración de que hablamos recibió el nombre especial de Rosario, como si imitase el suave aroma de las rosas y la belleza de los floridos ramilletes. Tan propia como es para honrar a la Virgen, llamada Rosa mística del Paraíso, y coronada de brillante diadema, como Reina del Universo, tanto parece anuncio de la corona de celestiales alegrías que María otorgará a sus siervos.
Bien lo ve quien considera la esencia del Rosario; nada se Nos aconseja más en los preceptos y ejemplos de Nuestro Señor Jesucristo y de los Apóstoles, que invocar a Dios y pedir su auxilio. Los Padres y doctores nos hablaron luego de la necesidad de la oración, tan grande que si los hombres descuidaren este deber, en vano esperarán la salvación eterna.” (Carta Encíclica “Fidentem Piumque” del Papa León XIII Sobre la devoción del Rosario, 20 Septiembre de 1896)

“Es imposible concebir que nadie para reconciliar a Dios y a los hombres haya podido o en adelante pueda obrar tan eficazmente como la Virgen. A los hombres que marchaban hacia su eterna perdición les trajo un Salvador, al recibir la nueva de un misterio pacífico que el Ángel anunció a la tierra, y dar admirable consentimiento en nombre de todo el género humano. De Ella nació Jesús. Ella es su verdadera madre, y por ende digna y gratísima mediadora para con el Mediador.” (Carta Encíclica “Fidentem Piumque” del Papa León XIII Sobre la devoción del Rosario, 20 Septiembre de 1896).

sábado, 11 de septiembre de 2010

Donoso Cortés habla del buen combate.


“Y no me digas que no quieres combatir; porque en el instante mismo en que me lo dices, estás combatiendo; ni que ignoras a qué lado inclinarte, porque en el momento mismo en que eso dices, ya te inclinaste a un lado; ni me afirmes que quieres ser neutral, porque cuando piensas serlo, ya no lo eres; ni me asegures que permanecerás indiferente, porque me burlaré de ti, como quiera que al pronunciar esa palabra ya tomaste tu partido. No te canses en buscar asilo seguro contra los azotes de la guerra, porque te cansas vanamente; esa guerra se dilata tanto como el espacio, y se prolonga tanto como el tiempo. Sólo en la eternidad, patria de los justos, puedes encontrar descanso; porque solo allí no hay combate; no presumas, empero, que se abran para ti las puertas de la eternidad si no muestras antes las cicatrices que llevas; aquellas puertas no se abren sino para los que combatieron aquí los combates del Señor gloriosamente, y para los que van, como el Señor, crucificados.”
Juan Donoso Cortés“Ensayo sobre el Catolicismo, Liberalismo y Socialismo”, Buenos Aires, Depalma, 1965, p.344.

viernes, 10 de septiembre de 2010

Llegará el día en que se blandirán espadas por demostrar que las hojas son verdes en verano.

Dice Chesterton que “llegará el día en que se blandirán espadas por demostrar que las hojas son verdes en verano”. A tal grado ha llegado el combate de aquellas “espadas”, que hoy se discute si una madre puede o no matar a su propio hijo, o si el casamiento debe ser entre un hombre y una mujer. Es como discutir si el resultado de dos más dos es cuatro o si dos más dos es cinco. ¡La verdad salta a la vista!, para quién aún conserve algo de sentido común.
El hombre moderno y descreído, bajo el amparo de la filosofía del “positivismo jurídico”, desea la instauración de su propio reino sin Dios, decidiendo lo que está bien y lo que está mal, comiendo de aquél árbol “del bien y del mal”.
En éste reino contra-natura, las estructuras de poder global (laicas y anticristianas) están creando los “nuevos derechos humanos”. Las nuevas leyes, que están instaurando lentamente y bajo presión, son –más o menos– las que a continuación citaré del ensayo “Ideología de género, utopía trágica o subversión cultural” del Dr. colombiano Alejandro Ordóñez Maldonado.
Y las espadas ya se están blandiendo para demostrar que las hojas son verdes en verano y que las familias se forman con un matrimonio formado entre un hombre y una mujer, ¡y que las madres no pueden asesinar a sus hijos dentro de su vientre!

A estas alturas del ensayo no resulta difícil comprender la naturaleza anti-familia de la ideología de marras. Cuando decidieron desintegrarla, sabían muy bien que la consecuencia sería la disolución de la Civilización y de la cultura occidental, pues éstas se erigieron sobre la fami­lia y su concepción sacral. Tocándola, se derrumbarían las demás instituciones, porque ella es la primera socie­dad natural, base de todas las otras, de la parroquia, del municipio, de la provincia, de la nación.
En la familia Cristiana el niño aprende los primeros ru­dimentos de la fe y fundado en ella elabora toda su con­cepción trascendente de la vida, de la autoridad, de la jerarquía. Allí entiende lo que es amar y practicar todas las virtudes, allí encuentra en el ejemplo de sus mayores, el amor al sacrificio, allí vive permanentemente en una escuela de fraternidad y solidaridad, allí recibe constan­tes lecciones contra el egoísmo individualista, en esas fa­milias cristianas tan denostadas hoy, donde la vida fue fecunda, aprendimos a conocer al otro con su individua­lidad, sus derechos y defectos soportándolos con cari­dad fraterna.
¡Qué inolvidables lecciones de convivencia!, allí entendi­mos que la fidelidad protegía la unidad147 y que junto a la indisolubilidad eran todos el bien común de la prole. También descubrimos que todo ello era imposible alcan­zarlo sin el matrimonio indisoluble y una patria potes­tad que es la autoridad que asegura la unidad, indispen­sable para el bien común de la familia, «autoridad del marido y padre penetrada de amor y sostenida por el amor».
La ideología de género entendió que sus propósitos de androginizar la cultura tendrían que pasar por el des­monte de la familia tal como la conocíamos; uno de sus más nombrados ideólogos señala algunos aspectos rele­vantes de lo que significa la constitución cristiana de la familia, desde luego, mezclados con juicios que respon­den a una concepción marxista de ella.

«La familia nos da las primeras lecciones de ideología de clase dominante y también le imparte legitimidad a otras instituciones de la sociedad civil. Nuestras familias son las que nos enseñan primero la religión, a ser buenos ciudadanos, tan completa es la hegemonía de la clase dominante en la fa­milia, que se nos enseña que ésta encar­na el orden natural de las cosas. Se basa en particular en una relación entre el hombre y la mujer que reprime la sexualidad, especial­mente la sexualidad de la mujer».

Por ello, para desdibujarla, diseñaron una sistemática agresión dirigida contra cada una de sus propiedades, a saber: la unidad, la indisolubilidad, la heterosexualidad, la fecundidad y por último la autoridad. En los años 50 se promovió el divorcio contra la indisolubilidad, en los 60 el amor libre contra la unidad, en los años 70 la anticoncepción y el aborto contra la fecundidad y en los 90 el matrimonio homosexual contra la heterosexualidad.
La cita está tomada de: Alejandro Ordóñez Maldonado, “Ideología de género, utopía trágica o subversión cultural”, Ed. Universidad Santo Tomás, Facultad de derecho, Bucaramanga, Colombia 2006.

martes, 7 de septiembre de 2010

Los guerreros lucharán, y Dios dará la victoria.



Es odioso el engaño de ese pietismo, que se cree sobrenatural, porque está desencarnado, en el que la; oración lejos de esclarecer, lejos de fortificar la acción se convierte en argumento de negligencia, de pasividad, de inconsecuencia. Actitud que tiene tanto éxito porque favorece una tendencia natural a la pereza, al esfuerzo efímero quizá, pero elemental, superficial, sin resultados duraderos y serios.
Sobrenaturalismo siempre dependiente de lo que es camino extraordinario en la piedad. Espera en un milagro, en la realización de una profecía según la cual todo se arreglará algún día por simple intervención divina, sin que haya necesidad de entremezclarse en ello.
Pero ¿quién tomará a esta caricatura por la piedad verdadera, de la que los santos han ardido. Esta piedad que le valió al doctor de Poitiers la respuesta de Juana: —“Decís que Dios quiere librar al pueblo de Francia de sus calamidades; pues si lo quiere, no le será necesario poner en movimiento a los guerreros”. —“En nombre de Dios —respondió la joven— los guerreros lucharán v Dios dará la victoria”.
Esta es, en efecto, la respuesta más ortodoxa tanto en la esfera natural como en la sobrenatural.
Orar, como si nuestra acción debiera ser inútil, y actuar, como si nuestra oración pudiera serlo también.
¿No es monstruoso que una cierta rectitud doctrinal pueda no incitarnos a la acción?
Se ha dicho: “El mundo cristiano se presenta como el defensor de una mística verdadera pero que ya no la vive; frente a un adversario que es promotor de una mística falsa, pero vivida, servida intensamente”.
¿Hay perversión más sutil y más grave, que la de una ortodoxia del pensamiento satisfecha de sí misma, pero indiferente a la infecundidad de lo verdadero, al triunfo del mal?
Una ortodoxia completamente cerebral y especulativa no es suficiente. Es necesario, para ser realmente, vitalmente ortodoxo, no solamente la ortodoxia de la inteligencia; sino, si se pudiera decir, la ortodoxia de la voluntad. La cual se manifiesta ante todo por una facultad normal de entusiasmo y de indignación. Y, ciertamente, no por esta actitud de soberana indiferencia, que algunos quisieran llamar prudencia y dominio de sí mismos.
“La frecuencia, el poderío del crimen, escribe el Cardenal Ottaviani , han embotado, desgraciadamente, a la sensibilidad cristiana, aun entre los cristianos. No solamente como hombres, sino como cristianos, ya no reaccionan, ya no vibran. ¿Cómo pueden sentirse cristianos, si son insensibles a las heridas hechas al cristianismo?
“... Da escalofríos pensar en todos esos cristianos que están encarcelados con sus pastores... se creería que íbamos a asistir a una protesta semejante al rugido del océano, a un levantamiento de la humanidad, a un clamor de reprobación semejante a un grito de lamentación que no se puede refrenar. Nada de eso. Cierta prensa totalmente absorbida por las vicisitudes de la vida de los campeones, de los actores, por las crónicas de sucesos, ignora lo que todo el mundo sabe: que hay multitud de hombres en prisión o en trabajos forzados, muchos ferozmente atenazados, que no pueden salir, ni siquiera por dos días, de su país y de su casa...
“Todo se puede, menos vivir en este estado de insensibilidad. Porque la vida se prueba por la sensación del dolor, por la vivacidad (la palabra es sugestiva) con que se reacciona a la herida, con prontitud y la potencia de la reacción. En la podredumbre y en la descomposición ya no se reacciona”.

Jean Ousset
Tomado de su opúsculo “La Acción”. General Sanjurjo, 38, Madrid, España, 1969.

domingo, 5 de septiembre de 2010

La importancia de la Santa Misa según San Vicente Ferrer.

San Vicente Ferrer, santo que ha obrado muchos milagros y por los cuales se ganó el término de “taumaturgo”, nos habla de la importancia que tiene el santo sacrificio de la Misa. La reflexión, se nos hace muy actual, debido a que el santo hace alusión de la persecución que sufrirá la Misa por el enemigo infernal.
La liturgia, hoy día, ha sido casi destruida por los errores modernos. Desde la reforma litúrgica de 1969, golpe inicial y fundante del desastre litúrgico en que vivimos los católicos, no han cesado las novedades y las deformaciones graves en torno a la celebración, al significado y al dogma de la santa Misa; ni tampoco no ha cesado la pérdida de la fe: lex orandi, lex credendi. Por eso, esta breve cita del santo, que traemos a colación, es tan actual, ya que el espíritu del mundo no hace otra cosa que atacar constantemente a la fe católica desde sus mismos cimientos. Y por eso, como legionarios, no podemos dejar de advertirá estas cosas, pues nos compete el defender a “nuestra Santa religión”.
(El resaltado en letra negrita sobre el escrito del santo, es nuestro).


“San Agustín escribe en el libro De civitate Dei que a la persona que oye misa devotamente nuestro Señor le dará en ese día las cosas necesarias. La segunda gracia que tendrá es que sus palabras vanas le serán perdonadas. Tercera, que aquel día no perderá ningún pleito. Cuarta, que mientras oye la misa no envejece ni se debilita su cuerpo. Quinta, que si muere en ese día la misa le valdrá tanto como si hubiese comulgado. Sexta, que los pasos que da yendo y viniendo a la misa, son contados por los santos ángeles y remunerados por Dios nuestro Señor. Además, más vale una misa que se oye en vida devotamente, que si después de la muerte oyera otro mil. Se lee que oír misa con devoción aprovecha para remisión de los pecados y crecimiento de gracia más que otras oraciones que el hombre pueda decir o hacer, pues toda la misa es oración de nuestro Señor y Redentor Jesucristo, infinitamente dulce y piadoso, que es cabeza nuestra y todos los fieles sus miembros. Dice San Gregorio que mientras se celebra la misa se perdonan los pecados de los muertos y de los vivos. Y San Crisóstomo escribe que vale tanto la celebración de la misa como la muerte de Jesucristo, por la que nos redimió de todos nuestros, pecados. Finalmente, la salvación de la humanidad está cifrada en la celebración del santo sacrificio de la misa, porque todo el esfuerzo del malvado anticristo se orientará a quitar de la santa Madre Iglesia este santo misterio, en el que se maneja el precioso cuerpo de Jesucristo, en memoria de su santa pasión, por medio de la cual los fieles cristianos de buena vida, aunque sean ignorantes y sin ciencia, podrán ver las astucias y malicias del mal vado anticristo y de sus seguidores”.

San Vicente Ferrer
Tomado de “Biografía y escritos de San Vicente Ferrer”, B.A.C., Madrid 1956.

jueves, 2 de septiembre de 2010

Travesía de la Legión al “Cerro Tres Picos”.

Dentro del sistema “Ventania”, se encuentra el “Cerro Tres Picos” de unos 1239 metros. Encuéntrase a unos 550 kmts. de Buenos Aires y los poblados que la rodean son el Partido de Tornquist y Villa Ventana, siendos uno de los principales centros turísticos de de la Comarca Turística de Sierra de la Ventana.

Con mochilas al hombro, la partida hacia la travesía.

Las primeras ascensiones por el tortuoso camino al pié del cerro. Comienzo de la travesía.

La cueva dónde se pasó la noche. Ya desde lejos y camino hacia la cima.

Fotografía del grupo en la entrada pedregosa de la cueva, antes de la partida.

El cerro visto desde la salida de la cueva.

El grupo en medio del trayecto hacia la cumbre.

El grupo en la cumbre a 1239 metros.

Oración a Cristo Rey por la Patria.



Señor nuestro Jesucristo,
Rey de las Naciones y de los corazones,
Dios que todo lo creaste, lo redimiste,
y has hecho a nuestro pueblo cristiano;
mira con ojos benévolos a ésta nuestra querida Patria,
consagrada a Tu Santísima Madre,
y escucha a sus hijos que quieren volver a Tí.
¡Oh Rey! Cristianos hemos nacido,
y cristianos queremos ser.

Nuestra Patria es su historia católica,
y su destino de grandeza es el llevar
Tu Nombre como Bandera.
Atiéndenos, Señor, en esta hora aciaga,
y, si está en Tu Santísima Voluntad,
aparta de nosotros este cáliz de amargura
dándonos la gracia de reconquistarte la Argentina.
Que tu Madre, Reina nuestra,
Conductora y Vencedora en la Lucha Final,
aplaste la cabeza del enemigo que avanza
extendiendo su Poder Internacional.
Que el Ángel que custodia nuestro suelo
aparte de nosotros la perfidia sionista,
el terror comunista y la siniestra masonería,
aniquilen Tus Arcángeles las sectas invasoras,
y guarden a nuestras juventudes
de la corrupción mental y moral.

Pero no se haga nuestra voluntad, sino la Tuya;
y si prefieres para nosotros
la noche oscura de una pasión nacional,
Te pedimos, Rey de los Reyes,
no permitas que Tu pueblo sea traidor,
antes prepáranos y danos el triunfar en el martirio,
para gloria de Tu Divina Majestad,
en reparación por tanta historia laica,
y para que, bajo el Manto de la Virgen Soberana,
Te adoremos en la Patria Eterna,
con los que luchan por Ti. Así sea.